Así era el diseño del parque, probablemente antes de que yo naciera, porque todavía no está la cafetería que luego conocí, a la derecha de la foto, situada en la media circunferencia.
La paradigmática fuente del Parque, recuerdo perenne de todos los bilbainos. Junto en el ángulo formado por dos de las fuentes, se colocaba la vendedora de chuches, que luego fue reemplazada por su propia hija.
La entrada al parque, desde la calle Colón de Larreategui, tal como está ahora. Y como también estaba en mis tiempos de inocente niñez aunque se han efectuado muchos cambios que no son notorios para quién no conocía haya conocido el lugar con anterioridad.
A la izquierda de este paseo principal estaba en lo que entonces dominábamos el cuadrado, un rectángulo central, rodeado por un paseo con bancos, a su vez encuadrado dentro de unos parterres de rosales. Ahora en su lugar se ha levantado un espacio lleno de juegos para los niños, que dejan poco lugar a la imaginación.
La casa del fondo no existía. Era un solar misterioso y profundo que se tragaba todas las pelotas lanzadas con excesiva fuerza. Y teníamos mucha fuerza en aquellos jóvenes años, llenos de energías.
La entrada actual al museo, directamente desde el parque. Una vez dentro, frente a frente con la puerta de entrada actual , se encuentra otra salida, que da a lo que, en mis tiempos, era un espacioso cuadrilátero, rodeado de bancos y con un estanque en medio, muy similar a lo actual, que también tiene acceso, rodeando lo que antes era la entrada principal al museo.
La originaria entrada al museo
Y lo ahora colma mi asombro ante todos los cambios que se han operado en lo que yo consideraba un corto espacio de tiempo, es la Torre de Iberdrola, construída en la antigua Campa de los Ingleses, donde tuvieron lugar los comienzos del football y del Athletic de Bilbao. Sobresale sobre todas las construcciones nuevas de este viejo Bilbao.
Recuerdos, bellos y benditos recuerdos, lugares por donde un día pudimos pasear, soñar. Ahora todo ha ido cambiando, volver a los lugares donde transcurrió nuestra infancia, nuestra juventud, ya nada queda de aquello. Creo que en mi lugar de crecer, lo único que sigue igual es el mar, y, por decir algo, porque ahora la contaminación, el no cuidar las cosas, tampoco es igual. Antes íbamos al mar y nos curábamos de muchas pequeñas cosas, ahora vamos y se infecta, eso... las pequeñas cosas. Me ha gustado pasear contigo por esos bonitos lugares, recorrer a tu lado los recuerdos de otros tiempos.
ResponderEliminarAbrazos
Es sorprendente lo que marcan los acontecimientos de la infancia. En el transcurrir de la vida nos ocurren cosas muchos más importantes y trascendentales, que también recordamos con cariño o dolor, pero las pequeños cosas de los primeros años de vida se marcan como surcos imborrables en el camino de nuestra vida. Y además nos configuran, para el resto de nuestra vida, si los sabemos aprovechar con sabiduria.
ResponderEliminar¿Que tal te van tus trabajos.
Un abrazo fuerte