MUELLE DE ARRILUCE.GETXO.VIZCAYA. ACUARELA DE PALOMA ROJAS

martes, 25 de junio de 2013

LA SEPARACIÓN DE PORTUGAL
Apuntes de la clase impartida por D. Luis Crovetto

Al mismo tiempo que se produce el desastre en Barcelona, Portugal deserta de la Monarquía Hispánica.
La razones son fáciles de comprender aunque en el siglo XV era más previsible la unión con Portugal que con Aragón ya que la monarquía lusitana no puso ninguna objeción a la  política  matrimonial de los Reyes Católicos encaminada a encontrar un heredero común. El  príncipe Alfonso primero  y luego, en  dos ocasiones Don Manuel el Afortunado se avinieron a entroncar con princesas castellanas. 
Manuel el Afortunado
Más tarde Carlos V se casa con Isabel de Portugal. Pero  el heredero común no surgió hasta 1580 cuando los portugueses habían colonizado la India y escrito Os Luisiadas y el principio renacentista de las nacionalidades había conferido a Portugal una fuerte personalidad y una historia larga y gloriosa. La unión de 1580 fue forzada y con intervención militar. Felipe II fue escrupulosamente  respetuoso con los interesé portugueses y sus costumbres y leyes además de nutrir de portugueses su corte de Madrid. Fue Felipe III quien en 1609 permite a los holandeses utilizar  territorios hasta entonces de monopolio portugués. Fue  un gran acierto el viaje que hace en 1619 a Lisboa donde, los portugueses recibieron al rey con júbilo esperando que sus intereses fueran atendidos; además se comentaba entonces que la Corte se trasladaría por temporadas a Lisboa, pero la enfermedad del rey deja a los portugueses  abandonados antes de que empezar a plantear sus peticiones.
Felipe III
Luego no hacen más que aumentar las distancias, debido  al centralismo de Olivares y los crecientes agobios tributarios y por las continuas guerras que la Monarquía  emprendía y que perjudicaban los intereses comerciales de Portugal y la seguridad de sus colonias. Si  los portugueses en un momento, pensaron que la fuerza española iba a ser garantía de seguridad, ahora piensan lo contrario y llegan a la conclusión que la anexión era contraproducente.
El descontento comienza con la sublevación de Évora en 1634, que es reprimida duramente, pero el aumento de los impuestos hace que la sublevación se extienda al grito de:¡Viva Juan IV, abajo los impuestos! El ejemplo catalán ánimo a los portugueses y el duque de Braganza, a quien el rey había confiado las tropas de Portugal, se ve prácticamente obligado por el pueblo, primero a encabezar la rebelión y luego a ceñir la corona. En  Portugal no hubo minorías exaltadas; fue una revolución seguida por todos y que obliga a Olivares y Felipe IV a aceptar los hechos consumados.
Juan IV, proclamado Rey de Portugal
Por otra parte el gobierno de Madrid no podía hacer frente a tantos problemas: la guerra en Europa y la sublevación de Cataluña, además de las tensiones con  Francia, Inglaterra y Holanda. De  hecho el gobierno español no pudo dedicarse al problema portugués hasta 1660, cuando ya era muy tarde para solucionarlo.

Otros movimientos secesionistas

Los sucesos de Cataluña y Portugal provocaron una reacción en cadena en Andalucía, Navarra, Sicilia y Nápoles; parecía que la Monarquía Hispánica, primera potencia del mundo hasta el momento iba a quedar descuartizada de un momento a otro.
Los intentos de Andalucía y Aragón son minoritarios, planeados por miembros de la alta nobleza y no trascienden a nivel popular; por el contrario los movimientos italianos tienen carácter popular y obedecen a motivos económicos. De  hecho en España son los plebeyos quienes intentan el levantamiento y en Italia son los nobles quienes lo sofocan.
El intento andaluz va ligado a los hechos de Portugal.  El  duque de Medina Sidonia, uno de los hombres más ricos del país y hermano de la nueva reina de Portugal, iba a ser proclamado rey de Andalucía. El autor de la conjura era el marque de Ayamonte, pariente de Median Sidonia, que mantenía relaciones con sus vecinos del otro lado del Guadiana. Portugal apoyaría el movimiento; poco podían hacer las tropas reales porque sus jefes en Andalucía eran precisamente los conjurados, pero el secreto trasciende a Madrid y Olivares  puede actuar a tiempo. Ayamonte es ejecutado y Median Sidonia, pariente  de Olivares salvaría la vida pero es desterrado. La  falta de apoyó popular hizo que la conjura, una vez descubiertos los  cabecillas fuera desarticulada.
Duque de Medina Sidonia, tomando posesión de una ciudad de Algarbe
En Aragón la situación es parecida porque la reacción del pueblo fue de fidelidad al rey, la conjura se redujo a un grupo de nobles, el marqués de la Vega y el que pretendía ser de Aragón, el duque de Hijar, que al parecer, no llegó a participar activamente en la conspiración o por lo menos no se pudo demostrar que así fuera. Al parecer en la conjura participaban Portugal y Francia que recibirían como pago Galicia y Navarra respectivamente. La  trama, muy complicada, se llevó con torpeza y fue descubierta rápidamente. Vega y Padilla, instigadores del intento, fueron ajusticiados y el duque de Hijar fue hecho preso a perpetuidad. De  hecho Aragón fue siempre fiel a la monarquía y además desde allí se llevaron a cabo las camparas sobre Cataluña.
También en Navarra hubo un intento secesionista llevado a cabo por un capitán de coraceros llamado Iturbe. Pretendía  hacer valer los derechos de los Albret, condes de Bearne vinculados con la casa de Borbón.
En Italia la hábil política de Richelieu aprovecha la pobreza del pueblo, explotado por la nobleza, la crisis del comercio Mediterráneo y las malas cosechas para provocar en 1640 un levantamiento anti español. Solo la ciudad de Mesina permanece fiel y el virrey y los funcionarios españoles tuvieron que refugiarse para no ser asesinados. Afortunadamente  para España la lucha toma carácter social y la nobleza ayuda a las tropas españolas a restaurar la calma. Más grave fue el levantamiento en Nápoles. La  chispa fue un nuevo tributo por la fruta impuesto por el virrey, duque de Arcos, hombre duro y mediocre que nunca supo conectar con los napolitanos. El  motín originado en un merado, no parecía que pudiera tener graves consecuencias, hasta que se puso al frente un hombre carismático y de asombrosa facilidad  de palabra. Masaniello. El  golpe en principio moderado, no se dirigía contra el rey sino contra los impuestos y el duro gobierno del virrey, pero por poca visión política, el movimiento cae en manos de los más radicales con lo que la nobleza acabo poniéndose  del lado de España. Masaniello, que toma el poder en la ciudad Nápoles, acabo convirtiéndose en un auténtico dictador aumentando su poder conforme disminuía su popularidad. La  llegada de la flota española al mando del bastardo real don Juan José de Austria termina con la sublevación, que se había convertido en una auténtica guerra civil. En 1648 la situación parecía solucionada en todos los sitios salvo Cataluña y Portugal, en España porque la nobleza no había conseguido apoyó popular y en Italia porque la nobleza se asusta ante el cariz de la revolución.
Masaniello
Juan José de Austría
La decadencia de España

La Paz de Westfalia en 1648 señala el cambio de mentalidad en Occidente, pero en España podemos decirse que es anterior, porque se pasa de la euforia al pesimismo, de la confianza en los ideales y la victoria final al derrotismo, al escepticismo y el desengaño. El  mismo rey viste de luto y en vez de asistir a fiestas y cacerías preside procesiones, visita conventos, desprecia los saraos y apenas se celebran corridas de toros; en 1664 se prohíben las comedias y solo quedan autorizados los dramas religiosos o históricos. El devastador incendio que devoró en poco tiempo el palacio del Buen Retiro, fue todo un símbolo.  En los  Avisos de Pellicer se advierte un tono pesimista y desengañado por lo que las desfavorables paces de Westfalia y los Pirineos no hacen más que remachar el sentimiento general de derrotismo.
Una octavilla de la Paz de Westfalia
Los españoles tenían una clara noción de  su decadencia. Lo  peor es que el desastre viene precedido de un optimismo exagerado por lo que el golpe moral fue muy profundo. Los  ideales de España habían sido aireados por la generación belicista de1635, la idea de España como brazo de Dios y la convicción de que  Dios no pierde batallas, pasa a la idea de que España no solo pierde batallas sino que pierde la guerra. Las causas de la decadencia pueden ser achacadas a los siguientes aspectos:
- La derrota militar: la incapacidad de mantener el Imperio  frente al empuje exterior.
- La despoblación territorial
- La ruina económica
- Sobre todo por un fenómeno moral: la pérdida de la fe en los ideales y el, hecho de que, como dice Palacio Atard, España queda imposibilitada para que pueda otra vez encontrarse a sí misma.

La crisis moral

Empiezan a preguntarse ¿debió España empeñarse por aquellos ideales que la llevaron a la ruina? ¿Eran realmente valiosos? ¿Debería reconstruirse sobré esas ideas o sobre bases nuevas? Con estas preguntas comienza la polémica sobre las dos Españas y entorno al problema de España.

La despoblación

Uno de los más claros problemas de la España del XVII era el demográfico, ya anunciado por Navarrete y el propio Olivares. Según cálculos de la época, en la primera mitad del siglo pierde el 25% del censo y al terminar el siglo los reinos españoles tenían seis millones de habitantes, la mitad que en la época de los Reyes Católicos.
Disminuye la población campesina a costa de la ciudadana. La  ciudad atraía a los campesinos hartos de las exigencias de los señores y la meseta castellana que era la zona más poblada queda en inferioridad respecto a la periferia y esto hace que la tendencia castellana al idealismo sea sustituida por una visión más realista y práctica de las cosas propias de la España periférica.
En cuanto a las causas de la despoblación es preciso tener en cuenta no uno sino múltiples factores; por una parte la guerra, sobre todo por la ausencia de varones. La emigración a América-  unos 300.000 en el siglo -  lo cual supuso falta de brazos para el trabajo de las tierras. La corriente anticlerical achaca a la abundancia de religiosos como  causa casi única del descenso de la población. El  hecho cierto es que 180.000 personas dedicadas a la vida religiosa supone una cierta  baja en las posibilidades de multiplicación de la población. La causa es múltiple. La natalidad era fuerte en el XVII pero más fuerte era la mortalidad especialmente la infantil por el bajo nivel de los médicos, la subalimentación, y las epidemias. Solo  la epidemia de 1638 acaba con el 10%. Por  ejemplo, Valladolid pasa de 40.000 habitantes a 15.000 y Mediana del Campo en otro tiempo tan floreciente tenía 5.000 y lo importante es que el descenso es de población joven útil.

miércoles, 19 de junio de 2013

GUERRAS DEL SIGLO XVII. Continuación

Apuntes de la clase de D. Luis Crovetto.

La lucha entre españoles y franceses, además de por las armas, es también dialéctica. Los  publicistas franceses Arroy y Ferrier en el Manifiesto de 1635 tratan de quitar la razón a España afirmando que los designios españoles, en el fondo, son pura hipocresía: ansia de dominio universal encubierto en la capa de la religión. Como si Dios sufriese detrimento porque los españoles pierdan la Valtelina. Y  partiendo de ahí pasan a construir  su propia concepción del mundo, basada en el absolutismo regio, la Razón de Estado, según la cual las naciones no están  sujetas a normas de moral objetivas sino que deben buscar en cada momento aquello capaz de engrandecerlas y por  último sostienen  el principio de coexistencia de una diversidad de políticas nacionales independientes, por lo que un orden europeo basado en unos principios únicos que todos debieran,  sería injusto.
Saavedra Fajardo
Los españoles: Quevedo, Céspedes y Pellicer, defienden los ideales de España- que no lucha por su propio bien sino por el bien general- constituida en guardiana de unos principios que son eternos y no pueden traspasarse sin que la propia humanidad sufra las consecuencias. Según  Saavedra Fajardo, las locuras de Europa pueden conducirla al desastre y frente a la idea de Europa como diversificación, los españoles levantan la idea de la Cristiandad como principio de unión. Pero Cristiandad no significa una idea imperialista, un pretexto de España para sojuzgar el mundo; el valor que se defiende es un valor universal, no un valor español. El  francés que ama a Dios, es mi español; el español que le ofende es mi francés, escribe Ambrosio Bautista. De hecho los españoles se lanzan a la batalla en 1635 como un nuevo pueblo Elegido.

La Guerra contra Francia

En mayo de 1635 empieza la etapa francesa de la Guerra de los 30 años. España pone en pie de guerra un Ejército de 40.000 hombres.
Conde-Duque de Olivares
A partir de 1636 Olivares concibe la Unión de Ejércitos en la que cada reino aportaría al ejército común proporcionalmente a su censo y posibilidades económicas y este ejército actuaría donde hiciera falta en defensa de los intereses generales de la Corona. Se plantean  dos ejércitos: el de Flandes, al mando del Cardenal-Infante y el de España al mando del propio rey acompañado de Olivares. Si  Francia atacaba los Países Bajos, desde España se invadiría Francia; si Francia atacaba Italia ambos ejércitos invadirían Francia por el norte y el sur.
El Cardenal Infante
Pero los esfuerzos tanto de hombres como de dinero habían dejado exhaustos los recursos del Reino e incluso en Castilla hay oposición a la concesión de nuevos subsidios, por lo que el reclutamiento se hace tarde y mal. Como consecuencia  la simultaneidad de esfuerzos se pierde, aunque el ataque del Cardenal-Infante en el norte de Francia, obliga a los franceses a abandonar Italia, pero cuando intervienen los ejércitos de la Península, uno por el País Vasco y otro por el Rosellón los franceses ya se habían repuesto. Además  el Cardenal-Infante  sin suficiente  artillería tiene que ponerse a la defensiva por falta de medios. 
Vista aerea de Fuenterrabía
El ataque francés a Fuenterrabía fue detenido victoriosamente por el marqués de Mortara con gran pérdidas para los franceses y cuando Richelieu intenta un ataque simultáneo por Flandes, Piamonte y Rosellón, fue rechazado en todas partes sufriendo la dura derrota de Thionville. 
Batalla de Thionville
España, aunque agotada sigue triunfado en 1639, pero este fue el último estertor del imperio. Meses  más tarde sobreviene la catástrofe interior: primero la insurrección en Cataluña, luego la separación de  Portugal y los movimientos secesionistas en Andalucía, Aragón, Nápoles y Sicilia. El Conde-duque, desprestigiado, es alejado de la Corte en 1642 y en 1643 los Tercios, jamás derrotados en batalla campal, se rinden después de una heroica resistencia en la batalla de Rocroy seguida en 1646 de la derrota de Lens que fuerza a España a  firmar La Paz de Westfalia en 1648 en la que se reconoce la pedida de  la hegemonía mundial.
Los Tercios en la Batalla de Rocroy
Paz de Westfalia
Mapa aproximado después de la Paz de Westfalia
La desintegración de la monarquía hispánica

La crisis de 1640 no fue una derrota exterior sino una crisis interna. Hay  un momento en que España parece que se ha desintegrado como unidad política y solo un desesperado esfuerzo de los Castellanos permite la reintegración de todos los reinos, excepto Portugal.
Podemos hablar de revolución de 1640 porque se produce una crisis en todo el Estado. El aumento del poder absoluto y el fasto de la Corte contrastan con una administración anquilosase e ineficaz, el Estado es torpe e ineficaz mientras el criticismo propio del XVII encuentra motivos de censura constantemente, aunque en España muchas veces la crítica no surge del pueblo sino de la nobleza y por otra parte es una reacción periférica contra el centralismo de Olivares. No olvidemos que en época de crisis los particularismos sufren con fuerza por lo que los sucesos de 1640 son deserciones de una empresa común; es la ruptura de la unidad moral.
La crisis es conjurada gracias a la política realista de Luis de Haro, sucesor y sobrino de Olivares, que consigue recuperar lo que parecía irrecuperable, salvo Portugal. Todos  los reinos volvieron a la unidad, pero los viejos ideales  de España son arrinconados para siempre.
Luis de Haro, detrás de Felipe IV

Dificultades con la Corona de Aragón

Los reinos de la Corona de Aragón gozaban de un régimen político, y jurídico distinto y se oponían a cualquier intento de unificación que ningún rey, hasta el momento había intentado, pero en el siglo  XVII se inicia una cierta tendencia al centralismo como resultado del absolutismo que impera en todo Occidente, Olivares va a ser el portavoz de  tendencia centralista.

El alzamiento de Cataluña

La revolución catalana viene fomentada por la decadencia de la  burguesía. y el enfado de la pequeña nobleza que parecía favorecer el bandolerismo- verdadera plaga de Cataluña-porque le favorecía económicamente. Las  acciones del virrey contra los bandoleros, hace que se inclinen a favor de Francia, mientras que la burguesía estaba molesta por el incremento de los tributos. Se  daba el contrasentido de que el poder central pedía más a Cataluña cuando esta tenía menos. También en círculos eclesiásticos molestaba el nombramiento, cada vez más frecuente de jerarquías no catalanas; el plan de Olivares era nombrar personajes no catalanes para desempeñar altos cargos en Cataluña y mandar catalanes a desempeñar altos cargos en Madrid con el fin de acelerar la fusión de los reinos, pero la medida resulto contraproducente.
Al valido le indignaba la negativa catalana a participar en el sacrificio común, la resistencia a conceder subsidios y a movilizar tropas fuera del Principado y su oposición a toda medida igualatoria. Para  Olivares esos privilegios no tenían razón de ser.
Los catalanes estaban indignados por la intromisión en sus fueros, las exigencias económicas y el centralismo. Ellos  estaban integrados en la monarquía por un pacto que cumplían fielmente, pero no tenían que asimilarse con la política y el régimen de Castilla y además no podían reprocharles falta de generosidad porque el Principado estaba en bancarrota  y no podía dar lo que daba Castilla, en general todo el problema se debía falta de comprensión por ambas partes.
La tensión se acentúa a finales de 1639 cuando los franceses atacan el Rosellón y fue preciso llevar el ejército a Cataluña que con los voluntarios catalanes consigue expulsar a los franceses, pero como la campaña terminó tarde, el ejército tuvo de que quedarse porque además faltaba por conquistar el castillo de Salses
Castillo de Salces
En  la época, el hecho de que un ejército viviese a expensas del terreno que pisaba era normal en todas partes, pero los catalanes no estaban acostumbrados a tener guerras en su terreno y esa imposición les pareció excesiva. El  hecho de que unos soldados-  Castellanos e italianos -  les esquilmaran, hizo que el Ejército, apareciera ante sus ojos  más como  fuerzas de ocupación que defensores y los incidentes no se hicieron esperar. Lo  paisanos atacaban a los soldados cuando los veía robar y estos se vengaban saqueando e incendiando. En  1640 Cataluña vivía en un estado parecido al de guerra civil. El  virrey, vizconde de Santa Coloma, catalán pero fiel a Madrid, no  estaba contra las violencias y Olivares no aprovecha esas violencias para intervenir y someter a la fuerza a Cataluña.
El día del Corpus, 12 de junio aquel año los acontecimientos se precipitaron, ese día era costumbre que los payeses acudieran a Barcelona pero ese año llegaron muchos provistos de armas. Los  segadores atacaron a los soldados de la ciudad y el virrey fue asesinado y arrastrado por la ciudad. Olivares, que se crecía ante la adversidad, ordenó utilizar la fuerza y en el otoño de 1640 el ejército real avanza desde las fronteras de Aragón y pone sitió a Barcelona. 
Pero los catalanes se alían con los franceses y entran y Luis XIII se titula Conde de Barcelona.     

miércoles, 12 de junio de 2013


Las guerras del siglo XVII
Apuntes de la clase impartida por D. Luis Crovetto

Olivares no hace más que reanudar las directrices que marcaron los reinados de Carlos I y Felipe II, aunque quizá con un acento algo diferente; se marca mucho el apoyo a la rama vienesa de la familia, en defensa de  un orden europeo y cristiano bajo la hegemónica dinastía de los Austria.
El paso del pacifismo al intervencionismo no puede achacarse solo a la iniciativa del conde-duque sino también a una serie de factores condicionantes. Podemos distinguir las siguientes etapas:
1618: Todavía durante el reinado de Felipe III. Uceda muestra ya un mesurado intervencionismo: política más activa en Italia y la participación de ejércitos españoles en la fase palatina de la Guerra de los 30 años.
1621: Prudencia inicial de Olivares. Tratado de Madrid y consultas sobre la conveniencia de prolongar la tregua en los Países Bajos.
1625: Intervención en Génova por el ataque francés, en Mantua por la sucesión al trono y en el Imperio por las agresiones danesa y sueca.
1635: Intervención a ultranza. Lucha decisiva por la supremacía material y moral en Occidente.

Podemos decir que la política de intervención progresiva se la señala a Olivares las circunstancias. Fue una coincidencia que en 1621, apenas comenzado el reinado de Felipe IV, expirase la tregua con Holanda y fueron los Consejos de  Portugal y de Indias, alarmados por el incremento del comercio de los Países Bajos, los que decidieron las hostilidades. Casi al mismo tiempo murió el archiduque Alberto de los Países Bajos y de  acuerdo con el testamento, al no tener hijos, su viuda Isabel Clara Eugenia queda como  gobernadora en nombre de su sobrino Felipe IV.
Alberto de los Países Bajos
Isabel Clara Eugenia
Otra vez Ambrosio de Spínola entra en acción con la victoria de Fleurus y el éxito de la escuadra de don Fadrique de Toledo, primero en el golfo de Cádiz y luego en las Antillas. De hecho los neerlandeses tuvieron que abandonar sus establecimientos americanos. Desde 1624 hay un recrudecimiento de los combates que culminan en 1625 con la Rendición de Breda después de un célebre asedio. Precisamente  festejando este éxito se escuchó por primera vez el. Grito de ¡Viva España!
Ambrosio de Spínola
Fadrique de Toledo
Pronto los asuntos flamencos son superados  por sucesos más importantes que se producían en Italia y Alemania. La nueva política francesa del cardenal Richelieu volvía los ojos una vez más a la eterna tentación italiana. Primero, la protesta por la temida ocupación de la Valtelina, con la decisión de  la evacuación del valle por parte de España, aunque manteniendo el derecho de paso y el gobierno católico. Pero al demorarse  el cumplimiento de este acuerdo, se  precipitó la invasión francesa. Pero  contra lo que Richelieu esperaba la mayoría de los estados italianos se pusieron a favor de España. En  España fue una guerra popular: la reina regaló sus joyas, las ciudades, barcos, la nobleza, un millón de ducados y las levas produjeron un contingente de más de 100.000 hombres. Un gran ejército desembarco en Génova y salvo a esa república, tradicional aliada de España. Los  franceses se ven obligados a volver a su país y por el tratado de Monzón se respeta el paso de la Valtelina.
Cardenal Rechilieu


Mapa de la Valtelina
Firma del Tratado de Monzón
Se produce otra guerra en Italia por la sucesión en Mantua (1628-1631) El motivo de  la intervención es político ya que el duque de Nevers, candidato francés, que tenía más derechos, se acaba imponiendo pero con compensaciones a los amigos de España. La Paz de Casal, no puede considerarse como una derrota ya que no supuso pérdidas territoriales de ningún tipo pero representa una cierta merma del prestigio español, hasta entonces intacto en Italia.
Duque de Nevers
Mientras, en el corazón del Imperio arde la guerra, Fernando II y Maximiliano de Baviera habían aplastado la insurrección palatina y asegurado la supremacía católica, pero el elemento protestante no dejaba de buscar la revancha y con la ayuda de potencias extranjeras y la hábil diplomacia de Richelieu, que, trabajando bajo cuerda para crear nuevos enemigos a la Casa de Austria, hace que el conflicto se internacionalice y obligue al Emperador a pedir ayuda a su primo español para restablecer la supremacía católica, debido a que en 1626 los daneses con Cristian IV deciden entrar en liza. El conflicto se extendió por todo el Imperio y Fernando II llegó a verse en serio peligro hasta la llegada de los tercios de Flandes que derrotan en la batalla de Lutter a los daneses e imponen sobre la mayor parte del suelo alemán  la Liga Católica. 
Maximiliano I de Baviera
Cristian IV de Dinamarca
Fernando II Emperador
Batalla de Lutter
No tarda en sobrevenir una nueva intervención, esta vez sueca, con Gustavo Adolfo de Suecia, que había convertido a su país en una gran potencia militar. Su  idea es conquistar  territorio del Imperio para presidir una liga protestante que englobara a todo el mundo germánico. El ejército sueco era una maquinaria bélica irresistible, sus soldados, que usaron por primera vez uniforme moderno, seguían una disciplina estricta, ensayaban sus movimientos y los ejecutaban con precisión automática. Los fusiles de chispa les daban una superioridad de disparo  ante las armas de mecha. Además  aparece un arma de fuego capaz de ser utilizad por la caballería: la pistola. Ante el empuje sueco ni la fortaleza de Tilly ni el genio de Wallenstein, el más importante general católico que además fue asesinado en 1633, pudieron ofrecer oposición adecuada.  Además  ese mismo año muere Isabel Clara Eugenia en Bruselas por lo que Felipe IV, fiel a la costumbre de colocar a príncipes de la familia a gobernar los Países Bajos, envió allí a su hermano el cardenal-infante, don Fernando, que tenía el carácter y personalidad que faltaba a su hermano. De hecho se piensa que fue Olivares el instigador para alejarlo de la Corte. Don  Fernando con lo mejor de los tercios siguió la ruta imperial de costumbre: Génova, Milán y los pasos alpinos hasta Alemania y en Nordlingen chocan las dos infanterías  más famosas el mundo. Los  suecos quedaron destrozados y los príncipes alemanes firman La Paz de Praga y los soldados españoles llegan a las orillas del Báltico.
Gustavo Adolfo de Suecia

Juan Tsercllaes de Tilly
Albrecht von Wellenstein
Cardenal-Infante Don Fernando
La guerra entre católicos y protestantes se había convertido en una lucha por la hegemonía europea y daba la sensación de que a pesar de todos los síntomas de cansancio los católicos se habían impuesto.
Luis XIII de Francia
Sin embargo el conflicto se reinicia  enseguida ya que Francia, potencia católica, se dispone a entrar e lucha contra la casa de Austria con lo que  la que la Guerra de los 30 años cobra un cariz distinto: desborda el campo religioso y aparece como un enfrentamiento entre dos grandes potencias España y Francia por la hegemonía europea. La Francia de Luis XIII se ha robustecido política, económica y demográficamente y si el rey es incapaz, se ha rodeado de ambiciosos ministros, primero Richelieu y luego Mazarino; era el momento para que Francia rompiera el cerco que le imponía la Monarquía católica por todos sus costados.
Cardenal Mazarino
Para los españoles la intervención de Francia en la Guerra de los 30 años fue una traición a la causa católica, para los franceses fue sencillamente una medida política  para acabar con el exclusivismo español. Pero  terminó  representando un enfrentamiento entre dos modernidades posibles, dos formas de entender la vida, una teocéntrica y otra antropocéntrica. 
La  concepción española supone un orden cristiano del mundo, capaz de hacer al hombre cumplir su propio destino; este orden es objetivó e irreversible: hay un bien, una verdad, una justicia hacia los que se debe encamina el género humano, todo lo que sea desviarse de ese único camino es negativo, específicamente malo. 
La otra concepción, entroncada con el pensamiento calvinista y que Francia hace suya, se basa más bien en una visión antropocéntrica de la vida. La  Verdad puede existir como algo objetivo, pero el hombre la percibe a través de la razón. “Si mi fe y mi razón se opusieran algún día, monologaba Cyrano de Bergerac, yo no tendría más remedio que inclinarme en favor de mi razón”. 
Descartes pone las bases del racionalismo moderno. Acepta la Verdad, no porque es sino porque él la ha comprobado; ahora bien el subjetivismo separa a los hombres. Cada hombre, (esto es influencia  luterana) puede interpretar en su conciencia la verdad de  forma distinta,ya que no se reconoce ninguna norma objetiva de autenticidad. 

lunes, 10 de junio de 2013

Como todos los primeros lunes de mes, tuvo lugar la Tertulia de Literatura, dirigida por Mª José Arévalo. A continuación copio el comentario que propia Mª José realizó en su blog  LEO CUANTO PUEDO. http://leocuantopuedo.wordpress.com/2013/06/02/retorno-a-brideshead-evelyn-waugh-tusquets/


RETORNO A BRIDESHEAD, Evelyn Waugh (Tusquets)

Waugh, Evelyn - Retorno A Brideshead - Tapa
Charles Ryder, oficial del ejército inglés durante la Segunda Guerra Mundial, es trasladado junto con su compañía a Brideshead. El recuerdo del lugar mítico le hace rememorar su relación con la familia propietaria: la juventud  alocada en Oxford junto con Sebastian, las vacaciones frecuentes en la casa y las conversaciones con su madre y las relaciones de los hermanos: Julia, Cordelia y Bridey. Además de lo hermoso de las descripciones a lo que se añade el ambiente so british!!! en todo el sentido amplio de la palabra no podemos dejar de mencionar el hecho de que los Brideshead son católicos y aunque cometen todo tipo de tropelías morales guardan en su conciencia todo lo aprendido durante su infancia que se convierte en una guía de actuación moral más pronto o más tarde.

Hace años que había leído el libro y he de confesar que no me causó la más mínima impresión, es más no lo hubiera recomendado nunca. El mes pasado me lo sugirieron en un grupo de lectura y decidí releerlo más por quedar bien que por otra cosa y tengo que decir que me ha gustado y mucho por su ambiente inglés, por lo bien descritos que están los personajes y lugares así como por las luchas interiores de los protagonistas. Suscribo lo afirmado por Amos Oz para invitar a los lectores a retomar esos clásicos que en su momento no nos dijeron nada:

 [...] los libros jamás de abandonan. Tú los abandonas a ellos a veces, y a algunos incluso los abandonas durante muchos años o para siempre. Pero ellos, los libros, aunque los hayas traicionado, jamás de tan la espalda: en completo silencio y con humildad te esperan en la estantería. Te esperan incluso decenas de años. No se quejan. Hasta que una noche, cuando de pronto necesitas uno, aunque sea a las tres de la madrugada, aunque sea un libro que has rechazado u casi  has borrado de tu mente durante muchos años, no te decepciona y baja de la estantería para estar contigo en ese duro momento. No echa cuentas, no inventa excusas, no se pregunta si le conviene, si te lo mereces, y si aún tiene algo que ver con él, sencillamente acude de inmediato cuando se lo pides, jamás te traiciona. 

Amos Oz,   Una historia de amor y oscuridad (p. 340-341)