BÚSQUEDA DE LA EXCELENCIA
En la entrada anterior se planteaba que el camino hacia la recuperación de una sociedad sin valores empezaba por preguntarnos que podíamos hacer cada uno para contribuir a crear un mundo que no se dejara llevar por las modas o los vientos que soplan sin discernir sus orígenes, contenidos y consecuencias.
Hace falta una catarsis que nos devuelva el sentido de lo autentico, la estima por el valioso don de lo genuino; un impulso efectivo hacia la BÚSQUEDA DE LA EXCELENCIA.
Esa búsqueda implicaría un cambio personal que nos impulsara a la adquisición de capacidades estables que sirvan como tierra firme en la que se puedan enraizar los valores que echamos de menos en la sociedad actual.
Para adquirir esas sólidas capacidades se requiere la adquisición de ciertos hábitos que nos ayuden a constituirnos en personas consistentes, con personalidades bien construidas y articuladas, de convicciones personales profundas, que nos preparen a su vez para enfrentarnos con nuestras deficiencias, necesidades y defectos con buen ánimo y sin excusas carentes de realidades que las justifiquen.
La capacidad de planteamientos de cambio y mejora personales, requiere permanentes disposiciones interiores que podríamos llamar denominar VALORES HUMANOS, base necesaria que nos prepare para ser y vivir con coherencia; coherencia entre lo que pensamos y somos, entre lo que profesamos y decimos, entre lo que creemos y lo que actuamos. En resumidas cuentas tener principios y hacer que estos impregnen nuestra vida entera y no sean solo teorías que proclamamos profesar, sino modos de vida que practicamos.
Estos VALORES HUMANOS debieran convertirse en hábitos operativos buenos, que se adquieren y crecen con el ejercicio continuado de acciones humanas buenas. Ejemplos de esto pueden ser:
· Acostumbrarse a decir siempre la verdad, a aceptar la propia realidad con sus defectos y virtudes, reconocer nuestras faltas, nuestros errores; no escondernos detrás del anonimato. Así iremos desarrollando la capacidad de ser sinceros,
· No ceder ante la dificultad sino enfrentarse con los obstáculos; ejercitar la paciencia y la perseverancia nos prepara para saber resistir la tentación del desánimo y aprender a vivir la fortaleza
· Luchando contra los caprichos, aprendemos a ser sobrios
Me propongo ir hablando sobre estas y algunas otras cualidades a lo largo de las próximas meses.
Nos pueden ayudar a hacer frente a la ausencia de verdad, de objetividad, de fuerza y a no dejarnos llevar por la opinión de la mayoría o dar por válido cualquier argumento que se presente como plausible.
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