MUELLE DE ARRILUCE.GETXO.VIZCAYA. ACUARELA DE PALOMA ROJAS

jueves, 2 de julio de 2009

VALORES

NECESIDAD DE VALORES

Actualmente existe una Impresión general de que las cosas no van bien en el ambiente mundial, nacional y familiar.

Parece que la humanidad ha perdido gradualmente el rumbo hasta alcanzar cotas impensables hace algunos años, incluso para los que hemos sido contemporáneas de una guerra civil y otra mundial y de otros innumerables hechos bélicos, crueldades gratuitas, injusticias increíbles e incontables desgracias de ámbito internacional.

Da la impresión de que los seres humanos nos hemos insensibilizado y contemplamos los acontecimientos duros y crueles que ocurren como algo irremediable e inherente al ser humano.

Añadido a esto se ha ido construyendo una global descalificación de la existencia de principios firmes, seguros. Todo se ha relativizado. Hemos confundido democracia y libertad - recientemente instauradas en nuestro país- con dar rango de validez a cualquiera de las afirmaciones o negaciones que se realicen siempre que se puedan argumentar; la retórica como señal indefectible de autenticidad. La expresión de la mayoría como prueba de verdad.

Hay una reacción visceral contra los dogmas pero se ha canonizado el dogma del relativismo: toda teoria es valida, todo es opinable, no existe una verdad absoluta, no existe un eje sobre el que apoyarse.

En su articulo "Relativismo, Verdad y Fe" de Angel Rodríguez Luño, publicado en "Romana" 42 (2006/1, 150-158) en el que habla sobre la fe cristiana ante el desafío del relativismo, queda muy bien definido en que consiste el concepto de relativismo: "La filosofía relativista dice, en cambio, que hay que resignarse al hecho de que las realidades divinas y las que se refieren al sentido profundo de la idea humana, personal y social, son sustancialmente inaccesibles, y que no existe una única vía para acercarse a. ellas"

En la Homilía que el entonces Cardenal Ratzinger pronunció en las exequias por Juan Pablo II, destacaba este aspecto de forma muy clara
"Tener una fe clara, según el Credo de la Iglesia, es etiquetado con frecuencia como fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, el dejarse llevar, zarandear, por cualquier viento de doctrina, parece ser la única actitud que está de moda. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que sólo deja como última medida el propio yo y sus ganas."

Ante esta situación se pueden tener distintas reacciones: unos suspiran por un poder fuerte que ponga las cosas en su sitio: les asusta vivir en libertad responsable y adulta. Los tremendistas y fundamentalistas amenazan con un castigo de los cielos. Los pesimistas se inclinan porque que el hombre va hacia su autodestrucción. Otros proclaman con cierta inseguridad que "probablemente Dios no existe; sé feliz y disfruta de la vida".

El camino hacia la recuperación de valores tiene aspectos mucho más difíciles que los mencionados y decisiones personales más comprometidas.
Hay que plantearse que podemos hacer cada uno para volver a una sociedad de valores.

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