MUELLE DE ARRILUCE.GETXO.VIZCAYA. ACUARELA DE PALOMA ROJAS

jueves, 14 de mayo de 2009

TERTULIA DE CINE

SONATA DE OTOÑO


La película elegida para esta sesión fue la de Ingmar Bergman: "Sonata de Otoño". Hacía casi treinta años que la vi por primera vez; me causó una honda impresión entonces y aún mayor ahora.

La cultura luterana de su director queda reflejada en esas vidas imbuidas de sentido del deber, de falta de libertad de interior, de frialdad, de falta de cariño familiar, la necesidad de él, la incapacidad de expresar los propios sentimientos: la hija que se crece bajo el temor y el amor hacia su madre, que le crean un temperamento inseguro y le incapacitan para entender lo que es el verdadero amor. La madre que no ha sabido amar porque a su vez nunca fue amada. El egoísmo de esta madre - pianista de profesión y como modo de huida de una vida que la aprisiona- que justifica sus miedos y egoísmos bajo diferentes formas. Siente temor ante su hija porque de forma silenciosa con su presencia experimenta el reclamo de un cariño que ella se siente incapaz de dar y que percibe como una relación absorberte. Hay dureza sin contrapartida de confianza.

La actuación de ambas actrices, Ingrid Bergman y Liv Ulmann es magistral. Resisten los primeros planos de modo admirable; primeros planos a veces compartidos, en los que el efecto de las palabras de una queda reflejado en el rostro de la otra: se puede leer en sus rostros lo que está pasando por sus almas.

Las secuencias son pausadas. Pero nos vana adentrando en el drama. Las luces ambientales subrayan las situaciones. No hay acción pero sí riquísimos dialogos. Y la ambientación es un contrapunto chirriante contra los sentimientos de los personajes. La paz que desprenden no se conjugan con el desasosiego de los personajes.

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