MUELLE DE ARRILUCE.GETXO.VIZCAYA. ACUARELA DE PALOMA ROJAS

sábado, 9 de marzo de 2013


SEGUNDO MATRIMONIO DE FELIPE II

Príncipe Felipe y María Tudor
Apuntes proporcionados por Luis Crovetto, ponente.

MARÍA TUDOR, REINA DE INGLATERRA

Ante la complicada situación del Imperio, Carlos V buscó nuevos aliados en Inglaterra. Tras la muerte de Enrique VIII en 1547 había subido al trono su hijo Eduardo VI. Este falleció en 1553 y la corona pasó a María  Tudor, hija de Enrique VIII y de Catalina de Aragón. Carlos V vio con buenos ojos la subida al trono de María Tudor, ya que la nueva reina era su prima. El Emperador ya era demasiado mayor para casarse con María, pero no su hijo Felipe
Enrique VIII
Eduardo VI
El Parlamento inglés, temeroso de que el enlace supusiera la entrada de Inglaterra en las costosas guerras de Carlos V, se mostró contrario al enlace entre María y Felipe, el cual por su parte, tampoco estaba muy decidido. El Consejo Real de Inglaterra también se opuso y la Cámara de los Comunes solicitó formalmente a la reina que no contrajera este matrimonio. No  obstante, la férrea disposición de Carlos V  y la voluntad de la reina hicieron posible el enlace. La reina inglesa tenía treinta y nueve años, estaba muy envejecida y no era especialmente agraciada, mientras que su prometido tenía veintiséis años, era elegante y, para los gustos de la época, muy agraciado físicamente. 
Príncipe Felipe 
María Tudor de Joven
Hacía ocho años que Felipe se había quedado viudo y durante ese tiempo habían sido numerosos sus escarceos con otras damas. En los momentos en los que se estaba preparando el enlace, Felipe mantenía una intensa relación con Isabel Osorio. Esta relación duró varios años y Felipe se encargó de mantener a Isabel hasta su muerte en 1590. 
Isabel deOsorio
En cuanto a su nueva esposa, Ruy Gómez de Silva, que acompañó al príncipe Felipe a Inglaterra escribió. “Pareceme que si usase nuestros vestidos y tocados, que se le parecería menos la vejez y la flaquezas. Para hablar verdad con vustra merced, mucho Dios es menester para tragar este cálid!”.
El Rey de Francia, ante la imposibilidad de detener el matrimonio, financió una revuelta para quitar el trono a María Tudor, pero la reina, arropada por el pueblo resistió y la conjura fue desmantelada.
Príncipe Carlos, hijo del Príncipe Felipe
Las capitulaciones matrimoniales se firmaron en Londres el 12 de enero de 1554.En ellas se establecía que la reina no estaba obligada a salir de Inglaterra y que el posible hijo que naciera del matrimonio sería rey de Inglaterra, de los Países Bajos y, en caso de que falleciese el perturbado príncipe Carlos heredaría los reinos correspondientes de Felipe. La autoridad del príncipe Felipe en Inglaterra sería igual a al de su esposa, pero en el caso de que la reina falleciera antes que el rey, este debería abandonar la isla y no reclamaría el trono. Inglaterra no quedaba obligada a participar en ninguna guerra ajena a sus propios intereses y ningún cargo público podría ser ocupado por extranjeros. Estas condiciones eran muy semejantes a las que se habían acordado en el enlace de los Reyes Católicos.

Felipe preparó su viaje en Valladolid, allí reclutó al que debía ser su séquito, entre tres y cinco mil acompañantes además de seis mil soldados y marineros. El futuro rey de Inglaterra consideraba que este séquito era el adecuado, incluso algo modesto, pero sus consejeros le convencieron de que más que un séquito aquello parecía una fuerza de invasión. Antes de partir para Inglaterra, Felipe había hecho que su hermana Juana, viuda desde el 2 de enero, regresara de Portugal para hacerse cargo de la regencia. Felipe zarpó de La Coruña el 13 de julio de 1554.
Catedral de Winchester
La flota de Felipe, tras un desapacible viaje, tomó puerto el 20 de julio. El príncipe fue nombrado entonces miembro de la Orden de la Jarretera. Felipe y María se encontraron en Winchester el 23 de julio.  Al día siguiente la pareja recibió al enviado personal del Emperador, Juan de Figueroa, quien hizo entrega a Felipe del regalo de bodas de su padre, la investidura como Rey de Nápoles y Duque de Milán. La boda se celebró en la catedral de Winchester el 25 de julio de 1554.

Desde el primer momento, el príncipe Felipe  se preocupó por causar una buena impresión en sus nuevos súbditos y dio instrucciones precisas a su séquito para que se adaptasen en todo a las costumbres inglesas. Así se desprende de la Instrucción del 16 de febrero de 1554 al conde Egmont: “gobernar y acomodar a las costumbres de los naturales, las quales todos havemos de tener por propias”.  Felipe incorporó a algunos nobles ingleses a su séquito personal y adoptó algunas de las costumbres de sus nuevos súbditos, como beber la cerveza tibia, típica de Inglaterra. También trató de aprender algo de inglés, pero con poco éxito.  Pese a los esfuerzos, los españoles no acababan de adaptarse a Inglaterra, el clima no les gustaba, las fiestas les parecían aburridas y de los ingleses pensaban: “son blancos, colorados, belicosos (...) Todas las fiestas de acá son comer y bever, que en otra cosa no entienden (…) Porque hay mucha cerveza se bebe más que lleva agua el río de Valladolid”. El séquito español no se sentía seguro y eran frecuentes las disputas con los nobles ingleses: “Aunque estamos en buena tierra, estamos entre la mas mala gente de nación que hay en el mundo. Son estos ingleses muy enemigos de la nación española, lo cual bien se ha mostrado en muchas pendencias e muy grandes que entre ellos e nosotros se han travado”.

La principal preocupación de la nueva pareja fue tener descendencia que consolidase la unión dinástica. A finales de 1554 la reina parecía estar embarazada, pero eran muchos los que dudaban de ello. Ruy Gómez de Silva decía al respecto: “Aunque su vientre abulta ya tanto como el de Gutiérrez López, todavía sigo en mis dudas de que esté en cinta”. Y, efectivamente, pasados los meses, se comprobó que la inflamación del vientre de la reina era obra de la hidropesía. El príncipe Felipe, que había prometido permanecer junto a la reina hasta que diera a luz, se vio liberado de su promesa, por lo que el 29 de agosto de 1555 partió hacia Bruselas, donde le esperaba el Emperador.. 
Ruy Gómez de Silva
En octubre de ese mismo año, Carlos V, cansado, enfermo y envejecido, abdicó en su hijo el gobierno de los Países Bajos.  La abdicación, que tuvo lugar en Bruselas, fue una gran ceremonia a la que asistieron los principales nobles de Europa. El cansado Emperador pronunció un emotivo discurso en el que repaso los principales acontecimientos de su vida: “Nueve  veces fui a Alemania la Alta, seis he pasado en España, siete en Italia, diez he venido aquí a Flandes, cuatro en tiempo de paz y de guerra he entrado en Francia, dos en Inglaterra, otras dos fui contra África(…) sin otros caminos de menos cuenta. Y para esto he navegado ocho veces el mar Mediterráneo y tres el Océano de España, y agora será la cuarta que volveré a pasarlo para sepultarme”. (Sandoval, op.cit., p.479).

En enero de 1556, el príncipe Felipe se convirtió en rey de España como Felipe II. El  5 de febrero Carlos V le trasfirió el Franco Condado. El 28 de marzo Felipe fue proclamado rey de España en  Valladolid. A partir de la primavera de 1556 Felipe II se convirtió en el monarca más poderoso de su tiempo. Sus posesiones eran inmensas. En España poseía los reinos de Castilla, Aragón, Navarra, Rosellón y Baleares; a esto se unían los amplios territorios americanos, dependientes de la Corona de Castilla, junto con algunas posesiones en Oceanía; bajo su reinado se completó la conquista de las islas Filipinas. En África poseía las Canarias, Orán, Bujía y Túnez. En Italia era rey de Nápoles, Sicilia y Cerdeña, y duque de Milán. Además, le pertenecía la herencia borgoñona, los Países Bajos y el Franco Condado. 

Durante los dos años que Felipe II pasó en los Países Bajos, María Tudor envió constantemente cartas a su esposo para que regresara a Inglaterra, pero este rehusó argumentando que los asuntos de loso Países Bajos y la guerra con Francia le retenían en el extranjero.  En marzo de 1557 Felipe se dirigió a Inglaterra en busca de ayuda contra Francia. En julio de ese mismo año embarcó de nuevo hacia el continente para no regresar nunca a las islas Británicas. El 17 de noviembre de 1558, María Tudor falleció en Londres.

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