LA UNIDAD DE PODER:
Los Reyes Católicos |
Tan importante como la unificación de los reinos fue la obra de cohesión interna. El triunfo del poder monárquico sobre los otros dos poderes en pugna: el nobiliario y el de la oligarquía municipal, puso a disposición del nuevo Estado, el Estado moderno, gran parte de las fuerzas humanas, militares y económicas del país. Gracias a este proceso de concentración de fuerzas, España pudo transformarse en una potencia de primer orden.
La acción de la realeza para asumir plenos poderes frente a la oligarquía nobiliaria y al patriciado urbano, se obra de forma continuada pero por lo general no se recurre a la violencia. Las frases hacer justicia o poner orden se repiten una y otra vez durante el reinado. La arbitrariedades de la nobleza justifica la acción de los reyes; Isabel y Fernando realizan viajes incansables por ciudades y comarcas poniendo coto a desmanes, administrando justicia, castigando las extralimitaciones de los privilegios y afianzando en todas partes su autoridad. Otras veces utilizaban delegados regios como Acuña y Chinchilla en Galicia que actuaban con plenos poderes.
Enrique IV |
La reducción de los poderes de la nobleza transformó radicalmente el papel histórico de este grupo. En tiempos de Enrique IV los nobles trataban al rey de igual a igual, obligándole a aceptar sus condiciones. A fines del reinado de los Reyes Católicos la nobleza marcha a remolque de la monarquía y es su principal servidora.
La Beltraneja |
La Guerra de Sucesión, en la que la mayor parte de los grandes se pusieron de parte de la Beltraneja, dio pie a los Reyes Católicos a atacar sus privilegios y reducir su poder y revisar las mercedes enriqueñas y todos aquellos títulos y propiedades que los nobles no pudieran demostrar como adquiridos legítimamente. Las interminables disputas entre señores- el duque de Medina Sidonia con el marqués de Cádiz, el conde de Cabra contra el señor de Montilla- fuero cortadas por la fuerza y los monarcas al erigirse en mediadores se convirtieron en árbitros de la situación. Recurso típico de los Reyes fue la destrucción de castillos y fortalezas.
Torre desmochada |
Otra Torre desmochada |
Todos estos hechos, unidos a un cambio de mentalidad motivado por el ambiente renacentista, dan lugar a un cambio fundamental en el papel social de la nobleza. El señor de horca y cuchillo se convierte en un caballero, en el Cortesano descrito en su libro por Baltasar de Castiglione; abandona el castillo y se va a vivir a un lujoso palacio plateresco o renacentista en el centro de la ciudad.
Casa de las Conchas en Salamanca |
Tenemos ejemplos como La Casa de las Conchas y Palacio de Monterrey en Salamanca, Palacio de Infantado en Guadalajara, Casa de Pilatos en Sevilla. Pierde casi todo su poder político y se convierte en un alto aristócrata que conserva su ascendiente social y sus extensas propiedades, cuyas rentas le permiten vivir a lo grande. Su papel en la vida política queda reducido a ser un alto funcionario de la Corona: Virrey, embajador, general, gobernador; siempre bajo la estrecha supervisión del poder real. El poder de los Reyes se fue así afianzando por encima del de los nobles.
Baltasar de Castiglione |
Casa de Pilatos, Sevilla |
En cuanto a las ciudades, la política seguía sus mismos fines: centralización, sumisión al poder supremo. El principal elemento de intervención es el corregidor, representante de monarca en el concejo y provisto de altos poderes judiciales. El corregidor no solía intervenir abiertamente en la administración ciudadana, pero ejercía un papel fiscalizador que coartó la autonomía municipal, pero más la de la oligarquía dirigente que la de los vecinos. En general los corregidores, al reprimir muchos abusos de aquella oligarquía fueron una institución beneficiosa para la vida local.
Los reinos aragoneses
Escudo de la casa de Aragón |
La obra de reducción del poder nobiliario y municipal de Castilla no fue tan profunda en los reinos de la Corona de Aragón. Aquí los usos y fueros estaban refrendados por solemnes pactos y Fernándo que siempre muy respetuoso con la constitución político social de los reinos aragoneses por lo que su modernización fue mucho menos profunda y por ello su participación el la política nacional menor.
La nobleza aragonesa estaba en franca decadencia económica, pero defendió con ardor su independencia frente al monarca y su éxito se debe a que estaba mucho más unida que la castellana. A esto hay que añadir que la pequeña nobleza era contraria a cualquier cambio y el patriciado urbano de las ciudades se opuso con fuerza a cualquier intento de intervención real.
En Cataluña el problema social estaba planteado por los payeses de remensa que estaban vinculados a la tierra en condiciones realmente humillantes; constituían la cuarta parte de la población catalana y en Gerona posiblemente las tres cuartas partes. Los alzamientos de payeses eran constantes y la situación del campo un desastre. En 1484, un payés de espíritu rebelde, Juan Sala, inició un movimiento en la montaña gerundense que se extiende como un incendio por Cataluña causando una auténtica guerra civil mientras los Reyes estaban ocupados con la guerra de Granada, por lo que hasta el siguiente año no se podía solucionar el problema.
Pero Fernando, consciente de la gravedad de la situación, quiso darle una solución definitiva y más equitativa dando, en 1486, la Sentencia de Dólope, por la que los payeses podían redimir su condición de remensa a costa de una compensación económica extraída de sus propios recursos. La mayor parte de los campesinos pudieron emanciparse y aquel movimiento fue la base de la posterior prosperidad de los pequeños campesinos catalanes. Por el contrario en Aragón y Valencia donde predominaba el agricultor de religión musulmana se mantuvo el régimen señorial.
En cuanto a los municipios, los reinos de la corona de Aragón no llegaron a conocer la figura del corregidor aunque Fernando para centralizar y para evitar abusos efectuó algunas reformas. Así en Zaragoza, por ser la capital, era el rey quien nombraba a los regidores, hecho que mejora la administración. Pero en Barcelona resultó más difícil porque el Consejo de Ciento estaba en manos de la clase más poderosa de la ciudad, los caballeros o ciudadanos honrados. Después de muchos forcejeos se consigue en 1493 la estructuración de un nuevo Consejo. Ahora, de los 144 miembros figurarían 48 caballeros, 32 mercaderes, 32 artesanos y 32 menestrales. Los caballeros consiguen mantener una mayoría relativa pero estaban en minoría absoluta frente a la suma de los otros grupos sociales de la ciudad. Esto supone la intervención real y una mayor democratización.
También en la corona de Aragón se da un enfrentamiento entre los nobles y el poder municipal ya que al trasladarse la nobleza a la ciudad pretendían intervenir activamente en la política municipal, coto cerrado del patriciado urbano, este enfrentamiento llegará a ser armado en Valencia con la insurrección de las Germanías.
La unidad religiosa
En tiempo de los Reyes Católicos, en toda Europa la idea de unidad política estaba acompañada de la unidad religiosa.
Los Reyes Católicos no pretendieron en absoluto nacionalizar la Iglesia ni su independencia de Roma, pero al igual que todas las monarquías modernas, sí tutelarla desde el trono y así pondrán las bases del Regalismo español. Por el derecho de Patronato podían presentar candidatos a las dignidades eclesiásticas y a las sedes vacantes, que el Papa no hacía más que confirmar, pero el regalismo de los reyes y sus sucesores los Austrias no perjudicaron en absoluto a la Iglesia debido a la profunda religiosidad de los monarcas
La reforma de la Iglesia se adelantó en dos generaciones a la reforma de Trento. El alto clero vivía por lo general más pendiente de sus intereses y de los avatares políticos que de su auténtica misión pastoral y el bajo clero estaba muy relajado tanto en costumbres como en cultura. Los Reyes encargaron la reforma a varios prelados entre los que destaca el Cardenal Cisneros.
Cardenal Cisneros |
La reforma tuvo una doble vertiente; cultural y disciplinar. Esta reforma surtió buenos efectos en las órdenes religiosas y entre el bajo clero que en adelante cumplió mucha más estrictamente sus obligaciones y vio progresivamente elevada su formación intelectual y humana. Los prelados y cabildos, no siempre se sometieron de buena gana y la relajación continuó en parte, pero los prelados mostraron menos atención a la política y más a sus funciones específicas.
Los judíos eran en torno a un millón y vivían por lo general en ciudades dedicadas a la artesanía y la usura. Los elevados intereses que exigían, entre el 66% y el 100%, y la abundante necesidad de préstamos en un país pobre, de población predominantemente agrícola y sujeta a cosechas inciertas, hacía que los cristianos estuvieran endeudados sin posibilidad de pagar y los judíos, implacables a la hora de cobrar, concentraban el odio popular. Las matanzas en barrios judíos o aljamas eran frecuentes desde fines del XIV, por lo que las conversiones más o menos ficticias eran numerosas y los conversos o cristianos nuevos ascendieron muy pronto a los grandes puestos en la administración. La corte de los Reyes Católicos estaba llena de conversos.
Hola, amiga. He intentado entrar en tu blog pero no se me carga del todo. Así que he venido a este y de paso he leído un poquito de Historia. Te dejo un abrazo y un besito.
ResponderEliminarGracias por la visita. Algo le pasa al otro blog, también me pasa lo mismo: tarde en cargarse; no se si es culpa mía o si algo está funcionando mal.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte y hasta pronto