Mi ilusión era conocer París a fondo y sobretodo visitar sus Museos más paradigmáticos. Así que esta vez me alié con dos profesoras de arte, una anticuaria, y una doctora en no se cuantas materias. Prefería no enterarme demasiado de sus capacitaciones para no sentirme absolutamente aplastada por su sabiduría. Pero como suele ocurrir con la gente que verdaderamente domina una materia, son todas personas muy asequibles y dispuestas a compartir con los demás lo que saben. Lo único que no podían transmitirme era su energía física porque la barrera de la edad no se atraviesa fácilmente aunque sí su entusiasmo. Así que yo seguí su recorrido con todo ánimo durante muchas horas.
Nos habíamos enterado de que el primer domingo de mes la entrada tanto el Louvre como el D’Orsay era gratis. Optamos por el D’Orsay.
París estaba rebosante de visitantes y a la llamada de lo gratis, sumada al peso de la crisis pendiente sobre prácticamente toda Europa, hizo que miles de personas nos organizáramos en colas que caracoleaban por el exterior del museo, desde las primeras horas de la mañana, esperando pacientemente a poder entrar. Tardamos bastante tiempo, pero el orden que reinaba y la posibilidad de observar a la gente que te rodea, o escuchar las conversaciones de otros grupos, hace que el tiempo se pase más rápidamente de lo que uno pensaba.
Mientras esperaba fuera pude observar que enfrente de donde yo estaba se situaba la oficina de la Legión de Honor y contemple también, colgando de una de sus paredes la medalla del Carlos III de España.
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A la derecha se puede leer La Legión de Honor Orden de los Caballeros y en la siguiente foto se puede ver la insignia de Carlos III de España
Entrada de uno de los costados del Museo
Vistas del Museo desde la otra orilla.
Como se sabe el edificio fue una antigua estación de ferrocarril que ha sido maravillosamente habilitada como museo.
Uno de los extremos del museo tal como está en la actualidad
A esta hora empezó nuestra visita
A esta hora la acabamos.
Y nosotras acabamos así, agotadas.
Una vez puestos los pies dentro empezamos a trotar. En total pasaríamos alrededor de seis horas en el Museo. Naturalmente no lo vimos entero. Pero agotamos hasta el último minuto cuando ya nos invitaban en un exquisito francés a dejas las distintas salas.
Me temo que el orden que voy a seguir va a ser algo caótico porque he tenido un pequeño incidente con las fotografías al volcarlas en el ordenador, así que no seguiré secuencialmente las distintas salas, sino que tengo que ir echando mano de las fotografías de mis compañeras para poder plasmar lo que vimos.
En el lado opuesto al reloj se alza una especie de balcón desde el que se tiene una vista de la planta baja.
Tuve la oportunidad de ver los cuadros de los impresionistas que tantas ganas tenía de contemplar: Manet, Monet, Degas, Renoir y un largo etc. La corriente academicista de la década de 1850-60, Ingres, Delacroix, la sala dedicada a Toulouse-Lautrec, los pintores de la Escuela Barbizon, las obras maestras de Courbet, la pintura neo y postimpresionista: Van Gogh, Gauguin, Seurat, El Art Nouveau. Y tantas otras cosas que no me dio tiempo a ver. Desafortunadamente tengo pocas fotografías de estos pintores mencionados. Pero subiré las que tengo.
La Iglesia de Auvers-sur-Oise de Van Gogh
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Gauguin
Mujeres de Tahiti de Gaugui
Sin embargo tengo más fotografías de algunas piezas del Art Nouveau:
Aquí doy por terminado este reportaje. A quién le interese puede ver otras entradas sobre mi estancia en París en http://intentosdescritora.blogspot.com
Impresionistas, y nuevo arte, pasear por esa estación es estudiar y "mojar" el alma de pintura francesa. Ellos son los únicos que han dejado huella en esa patria. Francia no ha tenido nunca grandes pintores, han tenido que exportar arte. En esa estación el colorido es tal que nos da la sensación de que esta llena de vida.
ResponderEliminarAbrazos
No se podía expresar mejor que como tú lo has hecho. Está llena de vida efectivamente. La lástima es que no se tenga más tiempo para recorrer el museo con más paz, tiempo y serenidad. Perderse en la belleza. Hay que volver otra vez.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte